Desde que era
pequeño, recuerdo que mi madre solía hacerme una pregunta de vez en cuando, y
no puedo olvidar los años en los que esto se repitió vez tras vez, pues parece
que yo nunca encontraba la respuesta correcta. ¿La
pregunta? Pues mi madre quería que le dijera qué parte del cuerpo era la más
importante… Y tardé años en encontrar la
contestación más adecuada.
Cuando era más joven,
pensaba que el sonido era muy importante para nosotros, por eso una de las
primeras respuestas que di a mi madre fue: “Mis oídos, Mamá”. Ella dijo: “No,
muchas personas son sordas y se las arreglan de un modo u otro para hacer
cuanto necesitan. Pero sigue pensando, que te preguntaré de nuevo en otra
ocasión”.
Pasaron varios meses
antes de que lo hiciera de nuevo. Desde aquella primera vez, yo había creído
encontrar la respuesta correcta, de modo que cuando por fin me preguntó, yo le
dije sin dudar: “Mamá, la vista es muy importante para todos, entonces deben
ser nuestros ojos”. Ella, me miró y me dijo: “Estás aprendiendo rápidamente,
pero la respuesta no es correcta porque hay muchas personas que son ciegas, y
salen adelante aun sin poder ver”. Continué pensando cual sería la solución
acertada, para estar preparado cuando llegara el próximo examen. Y a través de
los años, mi madre me preguntó algunas veces más, y yo siempre tenía pensada la
que creía que sería la mejor opción. Probé a decir que la parte más importante
del cuerpo era el corazón, los pulmones, la boca, el cerebro… Pero para mi
sorpresa, en todos los intentos su respuesta siempre era la misma, y me decía:
“No cariño, no es esa, pero estás poniéndote más inteligente con los años;
pronto acertarás”…
El año pasado mi
abuelo (el padre de mi madre) murió. Estábamos muy dolidos y apenados. Lloramos
todos, incluso mi padre, que no solía hacerlo demasiadas veces. En esos
momentos de desgarro y pérdida, mi querida madre me miraba con los ojos
llorosos, como queriendo decirme algo, pero no lo hacía. Al final de la
ceremonia del entierro, llegó el momento de dar el adiós definitivo al abuelo,
y justo en ese trágico momento, mi madre se tornó hacia a mí y me preguntó de
nuevo: “¿No sabes todavía cual es la parte más importante del cuerpo, hijo?”. Lo
cierto es que cuando me preguntó justo en ese momento, me inquieté mucho. Yo
siempre había creído que esa pregunta era una especie de broma, como un juego
que entre nosotros, y que no tenía ni final ni importancia alguna. Pero ella
notó al instante mi confusión, al mirarme a los ojos, por lo que no tardó en
decirme: “Esta pregunta es muy importante. Para cada respuesta que me diste en
el pasado, te dije que estabas equivocado y siempre te dije por qué. Pero hoy
es el día en que necesitas saberlo”.
Ella me miraba
como solo una madre puede hacerlo. Vi sus ojos llenos de lágrimas contenidas, y
solo pude hacer una cosa: Fundirme en un abrazo interminable con ella.
Fue entonces cuando,
apoyada en mí y entre sollozos, me dijo: “Hijito, la parte más importante del
cuerpo es tu hombro”…
Me quedé pensativo
por unos instantes, porque no entendía lo que me decía, de modo que le
pregunté: “¿Por qué mamá? ¿Acaso porque ayuda a sostener mi cabeza?”. Ella
respondió: “No cariño, es porque puede sostener la cabeza de un ser amado o de
un amigo cuando llora, como estás haciendo ahora mismo conmigo. Todos
necesitamos un hombro para llorar sobre él en momentos difíciles de la vida. Yo
solo espero que tengas amor y amigos, y así siempre tendrás un hombro donde
llorar cuando lo necesites, como yo ahora necesito el tuyo”.
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